sobre mí

Vine al mundo el 3 de diciembre de 1972. Pesé más de cuatro kilos y medio al nacer. La mayor parte de ese tonelaje, como puede apreciarse en la imagen, se lo llevó la cabeza.

Sospecho que mi pobre madre sufrió tanto durante el parto, que tras hacerse esta fotografía, estuvo dudando seriamente entre llevarme con ella a casa o arrojarme a la papelera que aparece a la izquierda, bastante más fotogénica que yo.

Como podéis ver, mi capacidad fotogénica no aumentaba con la edad: aquí estoy con mis dos hermanas mientras mi madre intenta, sin mucho éxito, que no salga en la foto sacándome un moco.

¿Qué me decís del modelito que llevo?

¿Estamos "pa" comernos o no estamos "pa" comernos? En esa época vivíamos en Beniarjó, un pueblecito junto a Gandía. Mi padre era el director de la única entidad bancaria de la localidad: la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Valencia.

Aunque hoy en día parezca ciencia ficción, la Caja proporcionaba a la familia del director una vivienda encima de la oficina, en la que tampoco teníamos que pagar ni la luz ni el agua ni el teléfono. Mi madre sigue diciendo muy orgullosa que aunque la electricidad no nos costaba un duro, en esa casa jamás se salía de una habitación sin apagar antes la luz.

Va, otra fotito tierna.

Aquí ya vivíamos en Valencia, donde habían trasladado a mi padre por motivos laborales, pero todos los fines de semana del año, quince días en Navidad, otros quince en Pascua, y tres meses en verano, regresábamos al pueblo de mi madre. Miramar.

Con esta pinta de listillo imitador de Harry Potter, ¿podéis creeros que en esa época no escribía ni un diario?

Precoz, lo que se dice precoz, nunca fui, ni en la literatura ni en nada. Pero es verdad que cuando fue tomada esta fotografía ya me gustaba mucho leer... y ahora es cuando aparece en escena mi abuela: aquí estoy sentado en la acera de su casa, en fiestas de Miramar, esperando a que pase el desfile de Moros y Cristianos.

La reja en la que me apoyo es la de la habitación de la planta baja donde dormía ella.

Estos son los padres de mi madre en la escalera de su casa, en Miramar. A mi abuelo no lo conocí, murió poco antes de que yo naciera. Ella, sin embargo... mi abuela es la mujer más buena e inteligente que he conocido nunca. Y mira que he conocido a lo largo de mi vida mujeres buenas e inteligentes...

Sí, decididamente soy un hombre afortunado.

Mi abuela, pobrecilla, no sabía leer ni escribir. A duras penas y con gran esfuerzo conseguía firmar. Quizás gracias a eso, a que la vida en esa casa era maravillosamente verbal, me aficioné a leer: los niños curiosos tendemos a buscar el extremo opuesto de lo que nos gusta, para averiguar qué hay ahí.

No sé muy bien la razón, pero cada cierto tiempo
debo regresar a esa casa.
Ahora es de mi madre, y está cerrada.
Cuando entro, siempre solo, sucede algo en mi interior...
dentro de esa casa es donde más real me siento.

Yo. Tan solo yo.

Simetría. La base de la belleza estética. La base de la belleza ética. Sobre ese suelo construimos todo lo que vale la pena.

No sé si sigo estando de acuerdo con esto que escribí
hace ya bastante tiempo.

Pajaritos vigilándome mientras escribo.
Parecen entender mejor que yo
que hay cosas que funcionan mejor rotas.
@ludeilusion dixit.

Leyendo entre líneas.

¿Tengo o no tengo chispa?

Los objetos son baterías energéticas: almacenan el amor que en otro tiempo otros seres les profesaron.

El oráculo del espejo.

Salgamos ya de casa mi abuela. Este soy yo haciendo la mili en caballería... Nooooooooo. Es broma. Es mi padre, con la misma edad que tengo yo en la siguiente foto. Veintiún años.

Aquí estoy, en la orla de mi promoción, recién licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales.

Tres meses más tarde empezaría a dar clases en esa facultad de la Universidad de Valencia, y hasta ahora.

El rostro es quizás el paisaje más difícil de fotografiar.

Esta foto es muy especial para mí, por muchas razones.

No os asustéis, esto no va a seguir a este ritmo hasta mi edad actual. De hecho, esto acaba aquí, porque para tener una visión sobre mi visión del mundo, es mejor pasar a la sección "Sobre mis novelas".

Como dijo alguien cuyo nombre no recuerdo, la mejor manera de escribir tu autobiografía es a través de la ficción: te parapetas en tus personajes para desnudarte por completo.